El nivel freático en proyectos de edificación

Nivel freático en la edificación

Introducción:

La presencia de aguas subterráneas en el terreno y la interacción de éstas con las edificaciones, puede con frecuencia llevar a situaciones de emergencia, con efectos en ocasiones desastrosos para las construcciones.

El origen de las aguas subterráneas puede ser natural por la existencia de niveles freáticos y por precipitaciones en forma de lluvia o nieve; o artificial debido a riegos y fugas en las redes de saneamiento o abastecimiento, etc.

La fuerte expansión y el intenso aprovechamiento del suelo en las zonas urbanas lleva consigo que se construyan edificaciones en muchas zonas donde esto no es aconsejable como: zonas de laderas, antiguos cauces, humedales, etc.

El agua puede afectar tanto a la estructura como al sustrato de apoyo dando lugar a una gran variedad de afecciones.

En el sustrato de apoyo puede provocar presiones intersticiales, erosión, reblandecimiento, hinchamiento, retracción, asientos, reducción de la capacidad portante, y fenómenos de socavación, karstificación, arrastre y lavado de finos, etc.

En la estructura puede producir múltiples efectos adversos como empujes en muros y soleras, deformaciones, grietas, humedades, filtraciones, inundaciones, haloclastia, degradación, disgregación, desagregación, heladicidad, disolución, corrosión, pudrición, etc.

Definiciones:

Es habitual cuando se tratan estos temas, el referirse al nivel freático y al nivel piezométrico indistintamente, por lo que vamos a intentar aclarar qué significan cada uno de estos términos. Al mismo tiempo se describen algunos conceptos básicos de hidrogeología.

El agua subterránea representa una fracción importante de la masa de agua presente en los continentes, bajo la superficie de la Tierra, tanto en el suelo como en el subsuelo. El volumen del agua subterránea es mucho más importante que la masa de agua retenida en lagos o circulante, y aunque menor al de los mayores glaciares, las masas más extensas pueden alcanzar un millón o más de kilómetros cuadrados (como el Acuífero Guaraní).

El agua del subsuelo es un recurso importante y de este se abastece a una tercera parte de la población mundial, pero de difícil gestión, por su sensibilidad a la contaminación y a la sobreexplotación.

El agua subterránea es parte de la precipitación que se filtra a través del suelo, y se mueve lentamente hacia los niveles más bajos, generalmente en ángulos inclinados (debido a la gravedad) y finalmente llega a los arroyos, los lagos y los océanos.

Es una creencia común que el agua subterránea llena cavidades y circula por galerías. Sin embargo, no siempre es así, pues puede encontrarse ocupando los intersticios (poros y grietas) del suelo, del sustrato rocoso o del sedimento sin consolidar, los cuales la contienen como una esponja. La única excepción significativa la ofrecen las rocas solubles, como las calizas y los yesos, susceptibles de sufrir el proceso llamado karstificación, en el que el agua excava simas, cavernas y otras vías de circulación.

Las masas de agua subterránea son un volumen claramente diferenciado de aguas subterráneas dentro de un acuífero o acuíferos.

Un acuífero es aquella masa de suelo y rocas permeables que permite la acumulación del agua subterránea en sus poros o grietas. Las rocas almacén pueden ser de materiales muy variados como gravas y arenas porosas poco cementadas (antiguos sedimentos marinos, de río, playa, eólicos), limos, ciertos tipos de arcilla, calizas agrietadas e incluso formaciones volcánicas. El nivel superior del agua subterránea se denomina tabla de agua (del inglés “water table”), que en el caso de un acuífero libre corresponde al nivel freático. Es decir, el acuífero es una o más capas subterráneas de roca o de otros estratos geológicos, que tienen la suficiente porosidad y permeabilidad para permitir un flujo significativo de las aguas subterráneas, su acumulación y la extracción de cantidades significativas de agua.

Dentro de un acuífero se diferencian claramente dos zonas:

a) zona de saturación, que es la situada encima de la capa impermeable, donde el agua rellena completamente los poros del terreno. El límite superior de esta zona, que lo separa de la zona vadosa o de aireación, es el nivel freático, y varía según las circunstancias: descendiendo en épocas secas, cuando el acuífero no se recarga o lo hace a un ritmo más lento que su descarga, y ascendiendo en épocas húmedas.

b) zona de aireación o vadosa, que es el espacio comprendido entre el nivel freático y la superficie, donde no todos los poros están rellenos de agua.

Cuando la zona permeable donde se acumula el agua se localiza entre dos capas impermeables, que puede tener forma de U o no, se denomina acuífero cautivo o confinado. En este caso, el agua se encuentra sometida a una presión mayor que la atmosférica, y si se perfora la capa superior o exterior del terreno, fluye como un surtidor, tipo pozo artesiano.

Desde el punto de vista de su estructura, se puede distinguir entre acuíferos libres y acuíferos confinados. En la figura inferior sobre Tipos de acuíferos, se ilustran los dos tipos de acuíferos y se aclaran algunos conceptos:

.- Río o lago (a), en este caso es la fuente de recarga de ambos acuíferos.

.- Suelo poroso no saturado (b).

.- Suelo poroso saturado (c), en el cual existe una masa de terreno impermeable (d), formado por ejemplo, por arcillas. Este cuerpo impermeable confina el acuífero a cotas inferiores.

.- Sustrato impermeable (d).

.- Acuífero libre o no confinado (e).

.- Manantial (f).

.- Pozo que capta agua del acuífero no confinado (g).

.- Pozo que alcanza el acuífero confinado. Frecuentemente el agua brota como en un surtidor o fuente, llamado pozo artesiano (h).

El nivel freático corresponde al nivel superior de una capa freática o de un acuífero en general. También se conoce como capa freática, manto freático, napa freática, napa subterránea, tabla de agua (“water table») o simplemente freático.

Al perforar un pozo de captación de agua subterránea en un acuífero libre, el nivel freático es la distancia a la que se encuentra el agua desde la superficie del terreno, y en este caso la presión de agua en la superficie del acuífero es igual a la presión atmosférica. En el caso de un acuífero confinado, el nivel del agua que se observa en el pozo corresponde al nivel piezométrico.

En geología, se entiende por cota, superficie o nivel piezométrico a la altitud o profundidad (en relación a la superficie del suelo) del límite entre la capa freática y la zona vadosa en un acuífero. Este nivel se mide usando un piezómetro.

El nivel freático se puede medir mediante un agujero barrenado en el suelo. El nivel de agua en el agujero (pozo) corresponde con el nivel freático. Aquí la presión es igual a la atmosférica.

Por debajo del nivel freático, la presión es mayor que la atmosférica y es, generalmente, igual a la presión hidrostática en cada punto. El flujo de agua subterránea puede causar desviaciones de la presión hidrostática.

La presión por debajo del nivel freático se mide con un piezómetro, que es un tubo que se introduce en el agua subterránea dejando una abertura al fondo del tubo. La presión por encima del nivel freático es menor a la atmosférica y también se llama succión capilar. La succión capilar se mide con un tensiómetro, que consiste en un tubo cerámico permeable, cerrado y lleno de agua, puesto en el suelo no saturado, y conectado a un manómetro.

Cerca del nivel freático prácticamente todos los capilares del suelo están completamente llenos de agua, pero más arriba el suelo contiene aire también. En la zona capilar, justamente por encima del nivel freático, así como por debajo de ella, el suelo está saturado. La zona por encima de la zona capilar se llama zona no saturada.

Una capa freática es una acumulación de agua subterránea que se encuentra a una profundidad relativamente pequeña bajo el nivel del suelo. Más precisamente, es un acuífero relativamente superficial, pues los acuíferos pueden estar también a mayores profundidades. De ellas se alimentan los pozos y las fuentes de agua, potable o no. Son los acuíferos más expuestos a la contaminación proveniente de la superficie.

Una capa freática suele estar limitada por dos superficies. La inferior suele ser un estrato de terreno impermeable a una profundidad más o menos grande. Por encima, hay una zona saturada que es la capa freática en sí, cuyo límite superior puede ser un estrato impermeable o no. Este límite es el que se llama nivel freático. Si el suelo que está por encima de ese nivel es permeable, se tratará normalmente de una zona insaturada.

Por capa freática se entiende la parte del suelo saturada de agua, es decir, aquella en la que los huecos entre los granos del suelo están completamente llenos de agua. Si el estrato que está por encima no es impermeable, habrá un suelo no saturado cuyos intersticios contienen, además de agua, también aire.

Puede ser suficiente una aportación suplementaria y reducida de agua para hacer pasar la capa no saturada a capa saturada, es decir, para subir el nivel freático. Y, si el espesor de esta capa no saturada era originalmente poco importante (nivel freático somero) y la topografía del lugar se presta a ello, el agua afloraría a la superficie, en forma de charca, laguna o lago, y hasta puede desencadenar una inundación.

En cuanto a los tipos de capas freáticas, se denomina capa freática libre cuando su nivel superior puede variar sin encontrarse constreñido por un sustrato superior de terreno impermeable. La perforación de un pozo sobre este tipo de capa no influirá sobre el nivel freático, que sólo variará por otras causas.

En caso contrario, se hablaría de una capa freática confinada. El agua estará a presión y si se perfora un pozo, el agua sube hasta su nivel de equilibrio, que será aquél en que la presión del acuífero iguale a la presión atmosférica. Si este equilibrio se produce por encima del nivel del terreno, se habla de un pozo artesiano.

Hay también otro tipo de capa, confinada, pero sin ningún contacto con el exterior y que no se recarga desde épocas muy lejanes, y se denomina capa freática fósil.

Interacción entre las aguas subterráneas y la actividad humana:

Las aguas subterráneas pueden ser contaminadas por agentes externos. El origen de la contaminación es muy diverso: sistemas de saneamiento, vertederos, vertidos industriales, fertilizantes usados en la agricultura o contaminantes naturales como el arsénico. Las sustancias contaminantes llegan a los acuíferos por un proceso de infiltración.

En los ríos, la contaminación del agua no es tan grave, ya que se produce una constante renovación del agua. En cambio, las aguas subterráneas contaminadas tienen un flujo muy lento y esta circunstancia agudiza los niveles de contaminación.

El agua del suelo se renueva, en general, por procesos activos de recarga desde la superficie. La renovación se produce lentamente cuando la comparamos con la de los depósitos superficiales, como los lagos y los cursos de agua. El tiempo de residencia (el período necesario para renovar por completo un depósito a su tasa de renovación normal) es muy largo. En algunos casos la renovación está interrumpida por la impermeabilidad de las formaciones geológicas superiores (acuitardos), o por circunstancias climáticas sobrevenidas de aridez.

En ciertos casos se habla de acuíferos fósiles, estos son bolsones de agua subterránea formados en épocas geológicas pasadas, y que, a causa de variaciones climáticas ya no tienen actualmente recarga.

El agua de las precipitaciones (lluvia, nieve, etc.) puede tener distintos destinos una vez que alcanza el suelo, repartiéndose normalmente en tres fracciones. Se llama escorrentía a la parte que se desliza por la superficie del terreno, primero como arroyada difusa y luego como agua encauzada, formando arroyos y ríos. Otra parte del agua se evapora desde las capas superficiales del suelo o pasa a la atmosfera con la transpiración de los organismos, especialmente las plantas, nos referimos a esta parte como evapotranspiración. Por último, otra parte se infiltra en el terreno y pasa a ser agua subterránea.

La proporción de infiltración respecto al total de las precipitaciones depende de varios factores:

  • La litología (naturaleza del material geológico que aflora en la superficie) influye a través de su permeabilidad, la cual depende de la porosidad, del diaclasado (agrietamiento) y de la mineralogía del sustrato. Por ejemplo, los minerales arcillosos se hidratan fácilmente, hinchándose siempre en algún grado, lo que da lugar a una reducción de la porosidad que termina por hacer al sustrato impermeable.
  • Otro factor desfavorable para la infiltración es una pendiente marcada.
  • La presencia de vegetación densa influye de forma compleja, porque reduce el agua que llega al suelo (interceptación), pero extiende en el tiempo el efecto de las precipitaciones, desprendiendo poco a poco el agua que moja el follaje, reduciendo así la fracción de escorrentía y aumentando la de infiltración. Otro efecto favorable de la vegetación tiene que ver con las raíces, especialmente las raíces densas y superficiales de muchas plantas herbáceas, y con la formación de suelo, generalmente más permeable que la mayoría de las rocas frescas.

La velocidad a la que el agua se mueve depende del volumen de los intersticios (porosidad) y del grado de intercomunicación entre ellos, siendo los dos principales parámetros de que depende la permeabilidad. Los acuíferos suelen ser materiales sedimentarios de grano relativamente grueso (gravas, arenas, limos, etc.), Si los poros son suficientemente amplios, una parte del agua circulará libremente a través de ellos impulsada por la gravedad, pero otra quedará fijada por la fuerza de la capilaridad y otras fuerzas motivadas por interacciones entre ellas y las moléculas minerales.

En algunas situaciones especiales se ha logrado la recarga artificial de los acuíferos, pero este no es un procedimiento generalizado, y no siempre es posible. Antes de poder plantearse la conveniencia de proponer la recarga artificial de un acuífero, es necesario tener un conocimiento muy profundo y detallado de la hidrogeología de la región donde se encuentra el acuífero en cuestión, por un lado, y por otro, disponer del volumen de agua necesario para tal operación.

El agua subterránea brota de forma natural en distintas clases de surgencias en las laderas (manantiales) y, a veces, en fondos del relieve, siempre allí donde el nivel freático intercepta la superficie. Cuando no hay surgencias naturales, al agua subterránea se puede acceder a través de pozos, que son perforaciones que llegan hasta el acuífero y se llenan parcialmente con el agua subterránea, siempre por debajo del nivel freático, en el que provoca además una depresión local. En estos casos el agua se puede extraer por medio de bombas.

El agua también se desplaza a través del suelo, normalmente siguiendo una dirección paralela a la del drenaje superficial, y esto resulta en una descarga subterránea al mar, que no es observada en la superficie, pero que puede tener importancia en el mantenimiento de los ecosistemas marinos.

El agua subterránea tiende a ser dulce y potable, pues la circulación del agua subterránea tiende a depurar el agua de partículas y microorganismos contaminantes. Sin embargo, en ocasiones, éstos contaminantes llegan al acuífero debido a la actividad humana, como ocurre con la construcción de fosas sépticas, la industria o la agricultura. En algunos casos la contaminación puede deberse a factores naturales, por ejemplo, si los acuíferos son demasiado ricos en sales naturales o por la erosión natural de ciertas formaciones rocosas.

La contaminación del agua subterránea puede permanecer por largos períodos de tiempo. Esto se debe a la baja tasa de renovación y largo tiempo de residencia, ya que al agua subterránea no se le puede aplicar fácilmente procesos artificiales de depuración como los que se pueden aplicar a los depósitos superficiales, debido a su difícil acceso.

Entre las causas antropogénicas (originadas por los seres humanos) de contaminación, están las debidas a la infiltración de nitratos y otros abonos químicos muy solubles usados en la agricultura (fertilizantes). Otras fuentes contaminantes proceden del mal manejo de residuos sólidos urbanos y vertederos, de los compuestos orgánicos industriales como disolventes, pesticidas, pinturas, barnices, o los combustibles como la gasolina, etc.

El agua subterránea en áreas costeras, puede contaminarse por intrusiones de agua del mar (intrusión salina) cuando la tasa de extracción es muy alta, provocando que el agua del mar penetre en los acuíferos de agua dulce.

Un ejemplo de la contaminación de las aguas subterráneas, es el que se presenta en el bajo valle del río Ganjes. Allí se da un caso grave de contaminación por arsénico que está causando la intoxicación crónica a decenas de millones de personas, irremediable hasta ahora. La causa de esta contaminación es la combinación de un factor antropogénico, la contaminación orgánica ligada a la intensificación del regadío, y de un factor natural, una cepa bacteriana del suelo libera el arsénico que antes permanecía retenido en la roca debido a las nuevas condiciones.

Otro ejemplo, es el de los acuíferos de la cuenca vertiente del Mar Menor en el Campo de Cartagena.

Concepto de nivel freático en arquitectura y construcción:

El nivel freático depende de varios factores como la lluvia, la presión atmosférica y las mareas en zonas costeras, lo que hace que varíe en función de la localización en la que nos encontremos y de la meteorología.

En las zonas interiores o continentales, el agua de lluvia se infiltra en el terreno hasta que llega a una capa impermeable, lo que hace que el agua se acumule, dando lugar a acuíferos. Este hecho supone que el nivel freático varía en función de las estaciones: en épocas lluviosas el nivel estará más alto y en épocas secas estará más bajo. Además, en zonas costeras, se verá influenciado por las fluctuaciones de las mareas.

La detección del nivel freático, presencia de agua o no en el subsuelo, se realiza durante la campaña geotécnica previa al proyecto de ejecución.

Si existe agua en el terreno cercano a la cota de cimentación, o pretendemos cimentar en un terreno saturado, es conveniente realizar un Estudio Hidrogeológico del suelo, ya que no supone un sobrecoste elevado en esta fase del proyecto y puede prevenir grandes problemas de cimentación a posteriori, nada recomendables.

Este estudio se realizará para determinar las características más representativas del suelo, como la permeabilidad, la transmisividad y el coeficiente de almacenamiento. Entre los estudios más frecuentes están los ensayos de bombeo para proyectos de arquitectura, el monitoreo de los niveles piezométricos para obras de ingeniería, y la modelización conceptual, analítica y numérica para los proyectos relacionados con la explotación, protección o remediación del recurso de agua.

Como conclusión, se puede decir que el nivel freático es un elemento muy importante a la hora de realizar una cimentación, ya que condiciona la manera de realizar las excavaciones y la metodología a emplear en la realización de la misma, con lo que hay que disponer de los medios necesarios para conocer su comportamiento y para abatirlo cuando sea necesario en un procedimiento de construcción.

Significado de las mediciones del nivel freático en sondeos:

En los sondeos geotécnicos se suele colocar tubería piezométrica para medir el nivel freático. Hay que señalar que las mediciones que se realicen deberán llevar indicada la fecha en que se hizo, ya que como se ha visto anteriormente, el nivel freático puede variar a lo largo del tiempo, principalmente por efecto de las precipitaciones.

Generalmente, en la perforación de los sondeos se suele utilizar agua para ayudar a la perforación y refrigerar los útiles que se emplean. En terrenos de cierta impermeabilidad, es importante limpiar el sondeo antes de su finalización y vaciar el agua utilizada del fondo de la perforación, con el fin de evitar medidas erróneas del nivel freático.

Se deberán realizar mediciones periódicas durante todo el tiempo que sea posible (hasta que comience el proceso de construcción), con el objeto de obtener un registro los más extenso posible de las mismas, así como de su variación a lo largo de las distintas épocas del año.

Por otra parte, es muy importante que la calidad de la perforación sea adecuada, a efectos de que el técnico que redacte el informe geotécnico pueda interpretar correctamente el perfil estratigráfico del terreno, y en base a él pueda interpretar correctamente las características del nivel freático existente en una parcela o solar, además de evaluar si la presencia de agua detectada afectará y de qué modo a la construcción prevista.

Los principales factores que inciden en la mayor o menor calidad de ejecución de un sondeo geotécnico, dejando aparte lógicamente la complejidad o dificultades de perforación de determinados tipos de terreno, son fundamentalmente dos: la experiencia del sondista y el ritmo de ejecución de los trabajos de perforación.

Con frecuencia, las exigencias del mercado inducen a que el director o dueño de la empresa de geotecnia, valore más la productividad que la calidad de los trabajos en relación a los operarios de sondeos, lo que lleva a forzar, tanto la maquinaria como los protocolos de buenas prácticas en determinadas operaciones del trabajo, lo que a su vez redunda en una drástica reducción de la calidad, tanto del testigo extraído en el sondeo, como de las muestras inalteradas y ensayos que sobre el sondeo se realizan.

Teniendo en cuenta que los sondeos geotécnicos constituyen uno de los pilares fundamentales en los que se basan los Estudios Geotécnicos (EG) y de los que se extraen la mayoría de los datos del terreno: testificación de cajas de sondeos para interpretar la naturaleza del terreno o corte estratigráfico, toma de muestras inalteradas y/o testigos parafinados para su ensayo en laboratorio, ensayos de penetración dinámica estándar (S.P.T.) para evaluar las características resistentes del terreno, colocación de tubería piezométrica para medir el nivel freático, etc.; si la calidad de los mismos se ve mermada por condicionantes externos y ajenos a la naturaleza de los trabajos en sí, es fácil comprender que el técnico que deba realizar el informe se encontrará en estos casos muy limitado en su labor de interpretación del terreno y, como consecuencia, en la obtención de los parámetros geotécnicos necesarios para el cálculo de la estructura del proyecto.

Respecto al tema que nos ocupa, si el técnico que redacta el Informe Geotécnico es un geólogo con suficiente experiencia, y los datos que le suministran los sondeos son de suficiente calidad, podrá realizar una interpretación correcta del perfil estratigráfico del terreno, y en base a él, realizar una estimación adecuada de la localización y características del nivel freático, a efectos fundamentalmente de su afección a la construcción que se proyecta.

En la mayoría de los casos, con esta interpretación será suficiente para valorar o estimar la problemática de las aguas freáticas y su grado de afección a la futura construcción; no obstante, en determinados casos en que se considere necesario o se requiera una investigación más a fondo o de detalle, siempre se podrá realizar un Estudio Hidrogeológico de la zona, complementario e independiente del Estudio Geotécnico, realizado por un especialista en este campo y aplicando las técnicas y ensayos específicos del mismo que se consideren oportunos.

Consideraciones sobre las mediciones del nivel freático en sondeos:

En muchos casos, la presencia de agua que se detecta en los sondeos no suele corresponder a la existencia de un nivel freático generalizado, sino más frecuentemente, a niveles colgados o bolsadas de agua existentes a favor de estratos o capas de naturaleza más o menos arenosa (más permeables) limitados por estratos o capas de naturaleza más arcillosa (menos permeables).

Por otra parte, para interpretar correctamente los niveles piezométricos registrados en los sondeos, debe de tenerse en cuenta lo siguiente:

  • Dado que los sondeos conectan las capas superiores del terreno con las inferiores, si toda la zona atravesada fuera relativamente impermeable, el nivel que el agua alcanzaría al cabo de un cierto tiempo sería el correspondiente a la capa de agua colgada situada a mayor altura, sin que ello quiera decir que existe realmente tal nivel freático de arriba abajo.
  • En otros casos puede suceder, que las aguas colgadas en una capa superior desaparezcan en las inferiores al perforar el estrato impermeable que las sostenía. Como consecuencia, el piezómetro puede indicar que no existe agua, cuando en realidad hay una capa de agua colgada que se ha filtrado hacia abajo.
  • Además, se pueden dar situaciones intermedias: es decir, que haya aguas colgadas que desciendan por la perforación y se embalsen hasta un nivel en el que existe una capa muy permeable, que hace las funciones de un rebosadero.
  • Por último, cuando se trata de una zona poblada también pudiera ocurrir que se marcara un nivel freático, que en realidad no fuera tal, sino las filtraciones procedentes de regadíos o de fugas en las conducciones de agua existentes en las proximidades.

Como consecuencia de todas estas observaciones referentes a los piezómetros se deduce, que los correspondientes valores deben de interpretarse con muchas precauciones, teniendo en cuenta todas las posibles circunstancias que se han mencionado o incluso alguna otra particular que pudiera surgir.

Ejemplos de interpretaciones del nivel freático según el entorno geológico del terreno:

En este apartado se indican algunas consideraciones para interpretar el nivel freático, visto desde diferentes situaciones relacionadas con la estratigrafía y naturaleza del terreno existente.

.- Caso de terreno correspondiente a una llanura aluvial:

Como ejemplos de esta situación se pueden citar los depósitos aluviales del río Ebro a su paso por Zaragoza; o del río Pisuerga a su paso por Valladolid; o del río Jarama a su paso por Aranjuez (Madrid); o del río Tajo a su paso por Talavera de la Reina (Toledo); o del río Guadiana a su paso por Badajoz; en general, todas aquellas situaciones relacionadas con las llanuras aluviales próximas a los cauces de ríos.

En estos casos, los niveles freáticos medidos corresponderán a un nivel freático generalizado en los depósitos aluviales o llanura aluvial. Además, hay que indicar que debido a que los cauces de los ríos actúan como receptores de las aguas tanto superficiales como subterráneas de la zona, el nivel freático puede sufrir oscilaciones, pudiendo alcanzar cotas variables en el tiempo (más elevadas en épocas de lluvias).

.- Caso de terrenos predominantemente granulares compactos (ejemplo: arcosas en facies Madrid).

En este tipo de terrenos, la presencia de agua no suele corresponder a la existencia de un nivel freático generalizado, sino más frecuentemente, a niveles colgados o bolsadas de agua existentes a favor de estratos o capas de naturaleza más arenosa (más permeables) limitados por estratos o capas de naturaleza más arcillosa (menos permeables).

Así, en caso de detectarse presencia de agua, es probable que obedezca a la existencia de rezumes o filtraciones a favor de pequeñas vetas, niveles o estratos más permeables, por donde pueden canalizarse de forma preferente las aguas de diverso origen: aguas de riego, fugas de la red de saneamiento, infiltraciones procedentes de la escorrentía superficial, etc.

También, en ocasiones puede ocurrir que las mediciones obtenidas del nivel freático correspondan a las infiltraciones del agua de lluvia a través del suelo de alteración superficial o formaciones geológicas superficiales de edad reciente (Cuaternario), que en general constituyen suelos alterados o poco consolidados y más permeables, embalsadas en el hueco correspondiente a la perforación realizada.

En definitiva, en este tipo de terrenos, no debe descartarse la posibilidad de que puedan medirse niveles freáticos que generalmente proceden de “rezumes” o filtraciones de agua a favor de lentejones arenosos más permeables; e incluso, por infiltraciones del agua de lluvia que puede circular por la zona de contacto entre el sustrato granular y el suelo de alteración superficial superior o pequeños depósitos geológicos cuaternarios (principalmente en épocas de lluvia).

.- Caso de terrenos predominantemente cohesivos y consistentes (ejemplo: facies “peñuelas”).

En este tipo de terrenos de naturaleza principalmente arcillosa, la presencia de agua podría corresponder a las infiltraciones del agua de lluvia a través de rellenos o suelo de alteración superficial superiores y más permeables, embalsadas posteriormente en el hueco dejado por la perforación.

También podría ocurrir que apareciesen pequeños rezumes o filtraciones de agua a favor de “vetas” o nivelillos formados por estratos arcillosos superficiales más alterados y/o fracturados, a veces con algún lecho más limoso o arenoso, que hace que presenten una cierta permeabilidad, en contraposición con las arcillas o margas compactas más profundas que, en principio, se comportarán como prácticamente impermeables.

.- Caso de terrenos arcillosos consistentes (“peñuelas”) sobre materiales yesíferos (evaporíticos).

En este tipo de terrenos, la presencia de agua no corresponde a la existencia de un nivel freático generalizado, sino a las infiltraciones del agua de lluvia a través de rellenos antrópicos o un suelo de alteración superficial superiores (suelos alterados y/o poco consolidados, más permeables) y las arcillas o margas compactas con incrustaciones y cristales de yeso en facies “peñuelas”, con una cierta permeabilidad, hasta alcanzar la superficie ocupada por los materiales yesíferos que funcionarán como sustrato prácticamente impermeable.

En general, la experiencia acumulada en estos terrenos, nos indica que suele tratarse de zonas con drenaje deficiente (carácter endorréico) donde los materiales arcillosos (facies “peñuelas”), suprayacentes a los materiales yesíferos (facies evaporíticas), presentan características muy variables de unas zonas a otras como consecuencia de la acumulación de las aguas de infiltración en zonas locales y con el consecuente “reblandecimento” de los materiales limosos y arcillosos que los integran, llegando en ocasiones a presentar características de “suelos fangosos”, principalmente en los tramos más próximos a los materiales yesíferos.

Este fenómeno no se produce de forma regular, encontrando zonas donde los materiales en facies “peñuelas” presentan una consistencia media a muy firme (al menos en su parte más superior); y otras, donde presentan una consistencia media a muy blanda.

.- Caso de terrenos formados por roca granítica (aplicable a otros tipos de roca).

En este tipo de terrenos, la presencia de agua no suele corresponder a la existencia de un nivel freático generalizado, sino a las infiltraciones normalmente procedentes del agua de lluvia a través del suelo de alteración superficial o el suelo de alteración de roca granítica (“jabre granítico”), canalizadas generalmente por la zona de contacto con la roca propiamente dicha, donde la permeabilidad es menor (fundamentalmente a favor de fisuras), embalsadas posteriormente en el hueco correspondiente a la perforación realizada.

En definitiva, no debe descartarse la posibilidad de que aparezcan “rezumes” o filtraciones de agua, principalmente en épocas de lluvias, en la zona ocupada por el suelo de alteración superficial y el suelo de alteración de roca granítica (“jabre granítico”), suprayacentes al sustrato rocoso (roca granítica alterada).

Situaciones donde la presencia del nivel freático tiene una importancia crucial para el proyecto:

En algunos proyectos es de gran importancia conocer el funcionamiento del nivel freático. Si imaginamos, por ejemplo, un proyecto de un Edificio con varios sótanos sobre un terreno formado por la llanura aluvial de un río, es muy probable que exista un nivel freático a una profundidad variable según la época del año, aunque generalmente bastante somera.

En estos casos, los más lógico es que los sótanos se construyan al abrigo de una pantalla continua de hormigón armado, ejecutada anteriormente a la excavación de los sótanos.

Ahora bien, para el cálculo de la longitud y el espesor de la pantalla, será necesario conocer los empujes que actúan sobre ella, y estos variarán considerablemente en función de la cota a la que se localice el nivel freático.

También hay que tener en cuenta que el momento crítico para la estabilidad de una pantalla o, dicho de otra forma, el momento en que la pantalla deberá resistir los mayores empujes, será cuando finalice la ejecución del vaciado y antes de construir los forjados, ya que estos actuarán como elementos de arriostramiento y sujeción de la pantalla una vez construidos.

En muchos casos, si es posible y con el fin de optimizar las dimensiones de la pantalla, se ejecutarán anclajes, en uno o varios niveles (o algún otro tipo de arriostramiento como puntales, etc.), según se va ejecutando el vaciado.

Sin embargo, como hemos dicho anteriormente, el diseño de todas estas actuaciones dependerá de los empujes que actúen sobre la pantalla, y éstos dependerán en gran medida de la cota del nivel freático que se considere para los cálculos.

Es fácil imaginar que, si el Estudio Geotécnico se realiza durante la estación de lluvias o al final de la misma, es muy probable que la cota del nivel freático que se obtenga sea muy elevada, así como los empujes que se introducirán en los cálculos, lo que implicaría un mayor dimensionamiento de la pantalla y de los elementos de arriostramiento.

Por el contrario, si el Estudio Geotécnico se realiza durante la época estival, la cota del nivel freático que se obtendrá será sensiblemente más baja, y los empujes calculados serán menores, lo que llevará a un dimensionamiento menor de la pantalla y de los elementos de arriostramiento.

Esta situación tendrá como consecuencia que, en función de la posición del nivel freático en el momento de ejecución del vaciado de los sótanos, podremos tener un sobredimensionamiento de la pantalla y elementos de arriostramiento, con una mayor seguridad pero con un sobrecoste, si se ha considerado la máxima cota del nivel freático; y un infradimensionamiento de la pantalla y elementos de arriostramiento, con un menor coste pero con el consiguiente riesgo para la estabilidad de la pantalla, si se ha considerado la cota más deprimida del nivel freático.

No se puede achacar al técnico que redactó el Informe Geotécnico la responsabilidad en uno u otro sentido, ya que como se ha indicado anteriormente, la medición del nivel freático llevada a cabo, será indicada en relación a una fecha determinada, que será la de ejecución del sondeo geotécnico o muy próxima, si se lleva a cabo alguna medida posterior a la de ejecución del sondeo para comprobar su idoneidad por parte de la empresa que realice el Estudio Geotécnico (actuación muy recomendable para asegurar que el nivel freático se ha estabilizado).

Es en estos casos donde, en mi opinión, sería conveniente realizar un Estudio Hidrogeológico por un especialista en este campo, como se ha recomendado anteriormente, donde se aportarán datos de la posición del nivel freático de la zona a lo largo del tiempo, obtenidos del análisis de mediciones en pozos o piezómetros existentes en la zona, así como una interpretación más exacta del funcionamiento del nivel freático existente. Con estos datos, el calculista del proyecto podrá estimar la posición del nivel freático durante el período crítico de ejecución de la pantalla de una manera más fiable, así como el cálculo de los empujes que actuarán en función de la época prevista para la ejecución de los trabajos, acotando de esta manera, lo más aproximadamente posible, los factores de incertidumbre existentes y, de este modo, evitar por una lado el sobredimensionamiento de la estructura con su consiguiente sobrecoste, y por otro, un posible riesgo en la estabilidad de la pantalla por un dimensionamiento escaso.

Para valorar las características del nivel freático de una determinada zona podría ser de gran ayuda, en una fase inicial o de planificación de un proyecto, realizar un Estudio Previo del Terreno (EPT) que nos permita recopilar suficientes datos e información sobre las condiciones hidrogeológicas de la zona (ver los artículos: Contenido de un Estudio Previo del Terreno (EPT); ¿Utilidad de los estudios previos del terreno (EPT)?  https://archxde.com/utilidad-estudio-previo-terreno-ept/ y Estudio previo del terreno (EPT)).

Problemas provocados por el agua en las excavaciones:

El flujo subterráneo provoca problemas en las excavaciones, afectando a la propia obra y a los terrenos colindantes. En el caso de las excavaciones, los principales problemas que nos podemos encontrar son: subsidencia, erosión superficial o interna, inestabilidad de los taludes, sifonamiento, y levantamiento del fondo de la excavación.

La extracción por bombeo del agua subterránea puede producir cambios en el estado tensional del terreno que ocasionalmente originen o contribuyan a crear problemas de subsidencia (descenso paulatino de la superficie) del terreno.

El bombeo del agua hace disminuir las presiones intersticiales en el cono de depresión, lo que incrementa las presiones efectivas y se originan asientos, que pueden provocar grietas en edificios colindantes.

También pueden provocarse asientos del terreno si aumenta el nivel freático de una zona por el efecto barrera de un muro pantalla o porque tenga lugar una fuga de agua en la red de abastecimiento, lo que da lugar a que en suelos arcillosos se produzca una pérdida de consistencia y en suelos granulares se reduzca su capacidad portante.

Cuando se producen asientos del orden de 1mm/año no exigen un tratamiento de urgencia, aunque pueden producir daños en la tabiquería. Ahora bien, si los asientos son de 1 mm/mes implican un riesgo notable, dependiendo si el proceso se estabiliza o no, y que llegan a ser graves si los asientos son de 2 mm/mes.

La presencia de agua en una excavación provoca la inestabilidad de los taludes, especialmente por el aumento de cargas que supone (a mayor saturación de agua, mayor peso) y por la disminución de la resistencia al corte (se puede reducir el ángulo de rozamiento interno del terreno a la mitad). En estos casos, para conseguir una excavación más estable será necesario realizar taludes más tendidos o con barreras.

La erosión superficial se produce cuando el agua aflora en los taludes de una excavación, provocando cárcavas por arrastre del terreno que comprometen su estabilidad y, por otra parte, debilita las bermas construidas en taludes altos. Será necesario proteger la coronación y las bermas de los taludes con cunetas impermeables o drenes que reciban el agua y la conduzcan a puntos de recogida y bombeo, especialmente cuando el talud va a ser permanente.

Cuando la excavación corta dos estratos, siendo el inferior impermeable en comparación con el superior, puede provocarse un flujo de agua entre capas que puede dar lugar a erosión tanto superficial como interna.

La tubificación es la formación de canales subterráneos debido a la remoción progresiva de partículas de suelo en una masa de terreno por efecto de la percolación. Se origina cuando el agua arrastra una partícula entre los huecos de un suelo, dependiendo de la relación entre los tamaños de las partículas y los huecos, y del gradiente hidráulico. Debido a la heterogeneidad del terreno, si en un punto el flujo alcanza mayor velocidad, se produce un primer arrastre de partículas, lo que provoca un aumento del gradiente hidráulico y una progresión de la erosión al formarse un tubo donde el régimen es turbulento. Este fenómeno es típico de suelos dispersivos, y se evita utilizando filtros graduados o geotextiles para evitar los arrastres y reducir el gradiente hidráulico. Este efecto puede aparecer por el flujo de agua provocado por un pozo de drenaje en una edificación contigua, por una ejecución inadecuada en los anclajes de un muro pantalla, etc.

El proceso de sifonamiento puede definirse como una inestabilidad producida cuando el flujo de agua ascendente, es decir, en sentido contrario al peso del terreno, genera una presión igual a la presión de tierras, anulando, por tanto, la presión efectiva. Este fenómeno de la inestabilidad del fondo o sifonamiento ocurre cuando existe un flujo ascendente, en un terreno granular no consolidado que puede perder su resistencia a corte y comportarse como un fluido. Se produce un incremento de la presión intersticial en el terreno que anula la presión efectiva o, expresado de otra forma, las fuerzas producidas por la filtración superan el peso sumergido del suelo. Este proceso puede aparecer cuando el empotramiento de una pantalla se queda corto.

En ocasiones se originan sifonamientos localizados, como en el caso de un defecto puntual en un muro pantalla, debido a que se acorta el recorrido del flujo y se aumenta el gradiente.

El fenómeno conocido como levantamiento del fondo o “taponazo” se produce cuando en el fondo de una excavación el peso del terreno no es capaz de equilibrar el empuje del agua. Es típico de un estrato de baja permeabilidad, como una arcilla o una roca de baja permeabilidad sin fisuras, situado sobre un acuífero confinado de mayor conductividad hidráulica como una grava muy permeable. Suele resolverse el problema con pozos de alivio.

Sistemas para el control del agua en excavaciones:

Para eliminar el agua o nivel freático del suelo, el método más coherente, eficaz y recomendable es llevar a cabo un adecuado sistema de drenaje. Además, un buen drenaje suele producir un aumento en la compacidad del suelo, siendo un tratamiento muy utilizado en la mejora y consolidación de suelos.

Según la clasificación de Powers (1992), los sistemas de control del agua se dividen en cuatro grupos:

  • Sistemas de bombeo abierto: El flujo del agua de una excavación se recoge en zanjas y sumideros, y posteriormente se bombea al exterior.
  • Sistemas de predrenaje o drenaje previo del terreno antes de excavar: Se drena el suelo mediante pozos de bombeo, wellpoints, eyectores o drenes. Se pretende una excavación en seco.
  • Sistemas de diafragmas o de contención del agua: Se crean barreras para impedir el acceso del agua mediante tablestacas, muros pantalla, pantallas de lodos, congelación del terreno o inyecciones. Suelen usarse en combinación con los sistemas de bombeo.
  • Sistemas de exclusión del agua: Bien mediante aire comprimido, una entibación de lechada o una entibación con presión de tierras. Son sistemas habituales en los escudos presurizados para la construcción de túneles.

En la siguiente tabla, realizada por J.P. Powers (1992), se realiza una valoración de cada método para diferentes casos, en función de la granulometría del suelo, hidrogeología, requerimientos técnicos y capacidad.

En general, para evitar el agua en una excavación se tienen dos opciones: contención del agua (crear una barrera impermeable que impida el acceso del agua al tajo) o extracción del agua (extraer el agua del lugar donde se va a trabajar).

Los procedimientos de contención del agua se basan en contener el agua mediante barreras físicas, como es el caso de ataguías y pantallas; o bien mediante la exclusión del agua, método muy habitual en los escudos presurizados para la construcción de túneles.

Los procedimientos de extracción del agua se basan en extraer el agua, existiendo dos posibilidades en función del momento en que se realiza la extracción del agua en relación con la excavación: agotamiento del nivel freático (durante la excavación) o rebajamiento del nivel freático (antes de la excavación).

En el agotamiento del nivel freático se evacua el agua que se filtra al recinto de la excavación conduciéndola a una zanja o un sumidero donde se bombea. Las filtraciones se controlan y evacuan durante la excavación, sin depresión previa del nivel freático.

En el rebajamiento del nivel freático se hace descender el nivel freático por debajo de los taludes del fondo del recinto de excavación. Se controla y evacua el agua antes de la excavación.

El procedimiento a utilizar depende de los caudales a bombear, y a su vez depende de la importancia de los acuíferos y del coeficiente de permeabilidad del terreno. Normalmente el rebajamiento es preferible al agotamiento directo, entre otras, por las siguientes razones:

  • En el caso del agotamiento el recinto excavado está más o menos blando y encharcado, lo cual dificulta el paso de operarios y maquinaria. Con un rebajamiento previo, la excavación puede realizarse prácticamente en seco, e incluso con un terreno ligeramente cohesionado debido a las fuerzas capilares. Además, es más sencillo excavar y transportar un terreno más bien seco que totalmente húmedo.
  • El agotamiento puede provocar sifonamiento y tubificación. Puede descomprimir el terreno o desagregarlo por arrastre de finos convirtiéndolo en colapsable.
  • El rebajamiento contribuye a aumentar la estabilidad de los taludes y disminuye los empujes sobre las estructuras de contención: entibaciones, pantallas, tablestacas, etc. El rebajamiento puede utilizarse incluso para aumentar la presión efectiva y provocar su consolidación.

Pero también existen algunos inconvenientes con el rebajamiento del nivel freático:

  • Si falla el dispositivo que mantiene el rebajamiento puede entrar en poco tiempo el agua en la excavación, desmoronándose los taludes o levantando el fondo.
  • El rebajamiento no se realiza en un área muy concreta, por lo que en los alrededores se producirán aumentos en las tensiones efectivas y, por tanto, asientos que pueden producir daños en estructuras próximas.

En función de la permeabilidad del terreno podemos decidir cuando es mejor un agotamiento o un rebajamiento del nivel freático:

  • En gravas se prefiere el agotamiento, por ser las permeabilidades muy altas y con caudales importantes. Aunque suelen ser necesarios además otros procedimientos constructivos.
  • En arenas o arenas limpias, lo mejor es un rebajamiento.
  • En arcillas y limos sólo sería posible el rebajamiento por vaciado o electro-ósmosis. Con permeabilidades muy bajas se puede excavar en seco, o bien con agotamientos periódicos de la excavación.

Normalmente suele preferirse el rebajamiento al agotamiento del nivel freático, tanto por la facilidad de los trabajos como por la estabilización de los taludes y la reducción de empujes. No obstante, el rebajamiento no debe fallar durante la excavación, y afecta a las áreas adyacentes a la obra.

Recomendaciones para la selección del procedimiento de control del agua:

En función de la permeabilidad del terreno y del descenso del nivel freático:

  • Los wellpoints de una sola fase sólo son prácticos hasta rebajamientos de unos 5 m en el nivel freático.
  • Con una baja permeabilidad son útiles los eyectores.

En función del porcentaje de finos y el tamaño de la partícula:

  • Con tamaños de partícula muy pequeños (arcillas o limos) se hace necesaria la electro-ósmosis, que incluso es necesaria para suelos con tamaños mayores, pero con un mayor porcentaje de finos.

En función de la permeabilidad del terreno:

  • Con permeabilidades muy bajas se puede excavar en seco, o bien se pueden realizar agotamientos periódicos de la excavación.
  • Con permeabilidades muy grandes no es práctico el agotamiento, y se necesitan otros procedimientos constructivos.

En función del diámetro eficaz (d10) y la profundidad (el diámetro eficaz es el correspondiente al 10% de la curva granulométrica):

  • El wellpoint o lanzas de drenaje de una sola fase se pueden utilizar hasta profundidades máximas de en torno a unos 6 m.

En función de la tabla de J.P. Powers (1992), tenemos:

  • Los drenes horizontales suelen ser el método más eficaz ante cualquier naturaleza y condición.
  • Si se necesita un descenso del nivel de agua rápido, los pozos profundos son insatisfactorios.
  • En gravas y arenas limpias los eyectores son deficientes.
  • Con bolos y gravas gruesas, para grandes caudales es muy costoso el bombeo, por lo que se hace el trabajo sumergido o con aire comprimido. También se podría impermeabilizar el recinto antes de los trabajos, con inyecciones o con una pantalla plástica realizada con una mezcla de bentonita-cemento.
  • En arenas gruesas y finas se usan pozos filtrantes y bombeo al circular el agua por gravedad con una velocidad de 1 a 0.1 cm/sg.
  • En arenas finas y limos, el agua no puede circular libremente entre los poros por lo que se pueden producir efectos como el sifonamiento, si aumenta la presión intersticial; que se puede evitar si se recurre al método de vacío, por ejemplo, wellpoints.
  • En limos y arcillas el agua no se puede desplazar por descenso del nivel freático. Con terrenos estables se puede usar el agotamiento ordinario, permitiendo construir taludes sin entibación, excepto en el caso de suelos muy susceptibles, en cuyo caso sólo se pueden drenar por electro-ósmosis.

Según Schulze y Simmer (1978) y Muzas (2007), se pueden agrupar los suelos en cuatro grupos a efectos del posible rebajamiento del nivel freático:

  • Bolos y gravas gruesas: k > 1 cm/s y tamaño del árido mayor de 5 mm. Con grandes caudales es muy costoso el bombeo, por lo que se hace el trabajo sumergido o con aire comprimido. También se puede impermeabilizar el recinto antes de los trabajos con inyecciones o con una pantalla plástica realizada con una mezcla de bentonita-cemento.
  • Arenas gruesas y finas: 1 > k > 10-2 cm/s y tamaño de árido entre 0,1 a 5 mm. Se usan pozos filtrantes y bombeo, al circular el agua por gravedad con una velocidad de 1 a 0,01 cm/s.
  • Arenas finas y limos: 10-3 > k > 10-5 cm/s y tamaño entre 0,2 y 0,008 mm. El agua no puede circular libremente entre los poros, por lo que se puede producir sifonamiento si aumenta la presión intersticial, que se puede evitar si se recurre al método de vacío (wellpoints).
  • Limos y arcillas: 10-4 > k > 10-6 cm/s y tamaño entre 0,02 y 0,002 mm. El agua no se puede desplazar por descenso del nivel freático. Con terrenos estables se puede usar el agotamiento ordinario, permitiendo construir taludes sin entibación, excepto en el caso de suelos muy susceptibles, en cuyo caso sólo se pueden drenar por electro-ósmosis.

En el caso de bombeos, para seleccionar el diseño adecuado, siempre es recomendable realizar una prueba de bombeo que determine entre otras las siguientes características:

  • La permeabilidad media o transmisividad y radio de influencia.
  • El gradiente horizontal probable, cuyo efecto es importante en estructuras vecinas o pozos cercanos.
  • Dificultades de instalación de los pozos, para el diseño y selección del procedimiento constructivo.
  • El caudal que se puede extraer del pozo.
  • Cualquier condición imprevista que pueda afectar al bombeo.

Parámetros que intervienen en la elección del método de control del agua:

En cuanto a los sistemas existentes para rebajar el nivel freático, Karl Terzaghi, Peck y Mesri (1996) citan los siguientes métodos: well-point, pozos profundos, pozos profundos con eyectores, pozos sangrantes o de descarga, drenaje por vacío y drenaje por Electro-Osmosis.

El agua intersticial capaz de ser liberada por el suelo, y que puede desplazarse por él debido a la acción de la gravedad, equivale al valor de su porosidad eficaz. En el cuadro siguiente se indican algunos valores estimados de porosidad (%) para distintos tipos de suelos y rocas, según Sanders (1998).

La velocidad de drenaje o velocidad que alcanza el fluido en el suelo para abandonarlo es una relación directa entre la permeabilidad y el gradiente (ver las siguientes tablas). Con estos parámetros se deberá determinar el método o sistema de drenaje más adecuado.

Los sistemas de drenaje que impliquen una evacuación del agua del terreno en un tiempo inferior a su propia descarga natural, aumentarán la velocidad del fluido y pueden llegar a sobrepasar su valor crítico, como ocurre en el ampliamente utilizado bombeo abierto para rebajamiento del nivel freático. Aunque es el sistema más económico, el documento básico de seguridad estructural del CTE lo desaconseja cuando exista riesgo de sifonamiento del suelo.

A continuación, a modo de ejemplo, se describen algunos de los métodos más utilizados para rebajar el nivel freático:

Wellpoints

El sistema de bombeo asistido por generación de vacío está formado por un conjunto de filtros hincados en el suelo, unidos a un colector que, a su vez, se encuentra conectado a la aspiración de una bomba.

Los filtros se sitúan generalmente en el perímetro de la excavación, por lo que no se recomienda realizarlo en construcciones medianeras, ya que el colector y los filtros obstaculizan los trabajos de cimentación, al tener que encontrarse dentro de la parcela.

Es un método eficiente en suelos granulares saturados de moderada permeabilidad, tales como arenas o arenas limosas, de densidad media a baja y comportamiento no plástico.

Pozos de bombeo

Se utilizan para terrenos de baja y mediana permeabilidad, en el orden de 10-3 a 10-4 cm/sg.

Se ejecutan una serie de perforaciones en el terreno y se introducen en ellas unos tubos-dren, permitiendo que el agua entre dentro del orificio. En el orificio se alojan tuberías conectadas a una bomba de aspiración forzada que extrae el agua que ha entrado en el pozo por gravedad.

Es muy importante que el agua se extraiga lo más limpia posible, para evitar obstrucciones de las tuberías y permitir reutilizar el agua extraída. Para ello, es importante alojar una capa drenante entre el tubo y la perforación para realizar el lavado del agua que caerá dentro del pozo. Se emplea en excavaciones en las que la red de flujo subterráneo está condicionada por la existencia de barreras verticales, tales como tablestacas o pantallas.

Juan Pablo Guzmán Franco

Tfno.: 034 630 92 76 50

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1 comentario

  • Jorge Juan Marcuzzi

    Excelente articulo, ayuda a interpretar y elabora posibles soluciones un problema tan común pero complejo.

    Gracias

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