Louis-Auguste Boileau

El singular arquitecto Louis-Auguste Boileau (1812-1896) inició su trayectoria como ebanista artístico y, en 1825, se adentró en el mundo de la carpintería de exteriores. Fascinado por el movimiento neogótico, se especializó en mobiliario eclesiástico y, en 1834, diseñó un púlpito para la iglesia de San Antonio de Compiègne, Francia. Al año siguiente, fundó una escuela dedicada al arte de trabajar la madera.

Durante 1840-1843, Louis-Auguste Boileau creó el púlpito y atril del coro de la colegiata de San Pedro en Aire-sur-la-Lys, Francia. Después de varios proyectos de restauración en edificios sagrados, en 1850 concibió una «catedral sintética», un modelo ideal para una iglesia de cinco naves con una cúpula central. La iglesia de San Eugenio de París (1854-1855) fue una de sus obras más notables. En esta basílica de tres naves, con unas dimensiones de 50 x 25 metros, Boileau empleó hierro fundido, llevando los materiales de construcción funcional a la arquitectura sacra.

Aunque los muros externos de sillar cumplen una función estática reducida, las construcciones con esqueleto de hierro, en combinación con columnas también de fundición, adquieren una relevancia estática principal como estructura portante. El espacio interior destaca por sus esbeltas columnas de hierro colado, dejando a la vista costuras, soldaduras y tornillos. No obstante, desde el exterior, esta innovación pasa desapercibida. El célebre arquitecto Eugéne-Emmanuel Viollet-le-Duc criticó duramente la construcción neogótica por el «mal» uso del material. A pesar de ello, otros edificios sacros siguieron el mismo principio, como San Pablo en Montluçon, Francia (1863-1867); Saint Étienne en Juilly, Francia (1869); y Nuestra Señora de Francia en Londres, Inglaterra (1868).

Boileau sostenía que, mediante el hierro fundido, podía llevar el estilo gótico a su apogeo. Sin embargo, en edificios corporativos, sus construcciones de hierro fundido no adoptaron formas góticas. Tal es el caso de la fábrica de productos farmacéuticos Pharmacie Céntrale de París (1860-1861) y los grandes almacenes Bon Marché (1869-1877), también en París, que, en su mayoría, fueron acondicionados por su hijo Louis-Charles.

Louis-Auguste Boileau compartió sus teorías en diversas publicaciones, como en su obra de 1886, Histoire critique de l’invention en architecture.