


Obra
El proyecto del Palacio Güell remonta sus inicios a 1885, cuando el Conde Eusebi Güell encargó a Antoni Gaudí la edificación de un palacio en pleno centro de Barcelona. El terreno elegido para esta ambiciosa vivienda era pequeño y desafiante: un lote de aproximadamente 16,5 x 20 metros ubicado en la Calle del Conde del Asalto, ahora conocida como Calle Nou de la Rambla.
Historia
El emplazamiento céntrico pero compacto no disuadió a Gaudí de abordar el proyecto con su usual ingenio y creatividad. El arquitecto realizó 25 intentos de diseñar una fachada que satisficiera las expectativas de su mecenas. A pesar de ser más sobria que los trabajos previos de Gaudí, la fachada finalmente acordada consiguió transmitir la majestuosidad y dignidad requerida para una edificación palaciega.
La construcción del Palacio Güell se extendió entre 1885 y 1890. A pesar de la singularidad del lugar elegido, cercano a la concurrida calle comercial de La Rambla, Gaudí logró crear una residencia señorial que cumplía dos funciones: vivienda para la familia Güell y museo privado para su vasta y valiosa colección de arte. El Palacio Güell no tardó en convertirse en un centro de atención de la vida social barcelonesa, acogiendo frecuentes eventos culturales como veladas musicales y lecturas de poesía.
Los elementos italianos presentes en el diseño del Palacio Güell no fueron una coincidencia. Gaudí, siempre atento a los detalles, incorporó estos detalles arquitectónicos como un tributo a la ascendencia italiana de la madre de Eusebi Güell, una Bacigalupi de Génova. La fachada, por ejemplo, evoca a los palacios urbanos venecianos, estableciendo una armoniosa conexión entre la edificación y sus habitantes.
A pesar de los retos presentes en este proyecto, la colaboración entre Gaudí y Güell fue sólida y basada en la confianza mutua. Una anécdota ilustra esta relación: durante la construcción del Palacio, Güell regresó de un largo viaje al extranjero y revisó las facturas de los trabajos realizados en su ausencia. A pesar de las preocupaciones de su secretario por los altos costos, de los que Gaudí tenía fama, Güell simplemente expresó su sorpresa por no ser las cifras aún más elevadas. Este episodio demuestra la libertad creativa y el respaldo financiero que Güell brindaba a Gaudí.
En este contexto, Gaudí tuvo a su disposición todo lo necesario para expresar su visión arquitectónica con absoluta libertad. Desde la importación de una sierra especial para cortar el mármol de Garraf con precisión, hasta un ejército de artesanos, Gaudí contó con los recursos necesarios para dar vida a sus bocetos y diseños. De esta manera, el Palacio Güell se convirtió en un testimonio palpable del genio creativo de Gaudí y del mecenazgo visionario de Eusebi Güell.
Descripción
La fachada del Palacio Güell, diseñada con influencias del estilo veneciano, se caracteriza por su austera simplicidad escultórica. Lo único que rompe la aparente sobriedad de esta superficie es el emblema de Cataluña, una pieza magistralmente elaborada en hierro forjado, ubicada entre las dos imponentes entradas que dan acceso al palacio desde la calle.
El Palau Güell se desarrolla verticalmente a lo largo de seis pisos. Aunque en el sótano se pueden apreciar algunas paredes de carga, es interesante destacar que el peso del edificio recae mayoritariamente en una serie de columnas estratégicamente ubicadas. Este diseño innovador permite una notable ventilación en todo el inmueble, una característica que se potencia gracias a la presencia de un patio y a la incorporación de conductos de ventilación que recorren la totalidad del edificio, desde el sótano hasta el techo. De este modo, Gaudí no solo se enfocó en la estética arquitectónica, sino que también prestó especial atención a la funcionalidad y el confort de sus espacios.
Fachada
La fachada del Palacio Güell destaca en primera instancia el uso innovador del arco parabólico, no solo en las puertas, sino extendido a las galerías internas de la planta principal, siendo un anticipo de lo que sería su estilo característico en obras posteriores como la Sagrada Familia.
Esta fachada es una demostración de la maestría de Gaudí al dar vida a las superficies de las paredes. A través de la interacción de diversos materiales, como el mármol gris pulido y la piedra y ladrillo, Gaudí logró crear una superficie contrastante, vigorosa y noble. Este detalle se observa claramente en el lado de la calle del palacio, donde destaca el voladizo de la galería que reposa sobre ménsulas de piedra.
El uso de ornamentación minimalista, le permitió a Gaudí crear una sensación de movimiento. Logró este efecto a través de los arcos parabólicos en las puertas de entrada y las ventanas parabólicas de vidrio de colores. Las puertas, verdaderas obras maestras de la forja de hierro, se componen de patrones geométricos que limitan la visibilidad hacia el interior desde el exterior y patrones ornamentales superiores fluidos que reflejan un sentido de movimiento.
Asimismo, la fachada del Palacio Güell es un claro testimonio de la lealtad de Gaudí a su tierra natal, Cataluña. Entre los arcos se encuentra un detalle en hierro forjado que representa el escudo catalán, rodeado de lambrequines y coronado por un águila.
Las líneas severas de la fachada se extienden en la galería que abarca toda la fachada y en las ventanas de los dos pisos superiores, culminando en las formas piramidales de los conductos de ventilación. A pesar de esta severidad, la fachada presenta contrastes gracias al uso innovador de la herrería en lugar de la madera para cerrar las puertas.
La relación entre el mecenas y el arquitecto también se reflejan en la fachada. El sentido decorativo de Gaudí se expresa únicamente a través del hierro forjado, que se eleva en formas ornamentales alrededor de las iniciales del propietario sobre las puertas. Este detalle, junto con el escudo de armas de Cataluña, contrasta con el resto de la fachada austera.
Finalmente, en las chimeneas que coronan la fachada, se utiliza el vidrio como único elemento de cobertura, reservándose el uso del color para la parte plana de la cubierta.
Interior
El Palacio Güell fue ingeniosamente diseñado para maximizar su funcionalidad y belleza. A través de sus grandiosas entradas, los carruajes podían entrar al vestíbulo, donde los visitantes descendían, y los caballos eran conducidos por una rampa en espiral hacia los establos ubicados en el subsuelo. En esta misma zona, se proporcionaba alojamiento a los mozos de cuadra, y también se encontraban otras áreas de servicio, como una sala de aparejos.
Desde el vestíbulo, una escalera principal ascendía hacia el primer piso, dando paso a una sala de tránsito que servía de núcleo para una galería paralela y elevada sobre la calle. Esta galería permitía el acceso a la majestuosa sala central del edificio, que se extendía por tres niveles y alcanzaba una altura de casi 16 metros. Esta sala, el corazón del palacio, estaba coronada por una cúpula perforada que, con sus láminas de alabastro rojo, creaba la impresión de un cielo estrellado cuando la luz se filtraba a través de ella.
Las áreas privadas del palacio Güell se distribuían alrededor de esta sala central. Un pasillo rectangular a lo largo de la fachada trasera del edificio se dividía en tres partes por pantallas de madera, formando el comedor original y una sala privada. Los ambientes importantes estaban adornados con ornamentación de madera y hierro forjado, y paneles de eucalipto y ciprés, aportando una sensación de lujo y calidez.
La sala central del palacio cumplía dos funciones vitales: servía de escenario para veladas, conciertos y reuniones literarias, y albergaba una capilla, transformándose así en el centro de la vida religiosa del hogar. Detrás de dos puertas altas, revestidas de madera fina y conchas, se escondía el altar, que cuando se revelaba, convertía la sala en un oratorio con una pequeña sacristía.
Las habitaciones más pequeñas en el piso principal daban la impresión de una monumentalidad contenida, con el contraste del mármol oscuro contra la madera de las puertas y revestimientos. En la sala de reuniones, la madera policromada y el metal dorado producían una sensación de profundidad, mientras que el comedor en la parte trasera de la casa podía expandirse gracias a particiones móviles.
Se incorporan al Palacio Güell, persianas que revestían la sala principal hasta las escaleras de servicio suspendidas y sistemas de ventilación, todo ello nuevo en la época. En cuanto a la ornamentación interior y exterior destaca la interacción de arcos y capiteles adornados con diseños de plantas en hierro forjado. Sin duda estos elementos no pasaron desapercibidos en la época.
Azotea
Las cubiertas planas, aunque comunes en las casas mediterráneas, adquieren en el Palacio Güell una relevancia notable. La azotea del Palau Güell se encuentra presidida por una pequeña cúpula situada sobre el salón central, que el arquitecto reinterpreta como una aguja cónica, evocadora de un sombrero de bruja. Esta estructura está flanqueada por cuatro lunetas en forma de concha y culmina en una veleta, fusionada con un pararrayos, confeccionada con hierro, latón y cobre.
La cubierta, además, se ve engalanada por veinte esculturas de ladrillos expuestos y ricamente decoradas, que no son más que chimeneas y conductos de ventilación ingeniosamente camuflados. Desde la azotea, Gaudí declara su llegada a la arquitectura con un edificio opulento, único y atrevido.
La azotea del Palau Güell consta de dos niveles que albergan la aguja de la cubierta y las chimeneas. En la restauración de 1992 se utilizó el mismo tipo de tejas de la época original o reproducciones de los mismos fabricantes para preservar la autenticidad de la estructura.
Las catorce chimeneas ubicadas en la cubierta del primer piso son una muestra más del eclecticismo de Gaudí, presentando formas, materiales y revestimientos distintos. Ocho de ellas están decoradas con trencadís, mosaicos de fragmentos de azulejos; una de ellas con loza; otra con mármol; tres con vidrio; y la última, junto a la aguja, se reviste con arenisca vitrificada extraída de antiguos hornos de cal. En su conjunto, la azotea del Palau Güell es un fiel reflejo del espíritu innovador y revolucionario de Gaudí.
Palau Güell
Arquitecto:
Antoni Gaudí
Ubicación:
Barcelona, España
Promotor:
Eusebi Güell i Bacigalupi
Año:
1886-1890
Superficie:
2,850 m2
Estilo:
Modernismo


Obras relacionadas
Bibliografía
Avery, D. (2003). Antoni gaudí. London, England: Chaucer Press.
Fahr-Becker, G. (1985b). Antoni Gaudí architecture in Barcelona.
Casanelles, E. (1967). Antonio Gaudi: A reappraisal. Studio Vista.